lunes, 3 de noviembre de 2008

JUAN CARLOS MÉNDEZ GUEDEZ

LISTA DE DIEZ NOVELAS:

- 1. La vida exagerada de Martín Romaña (Alfredo Bryce Echenique)
- 2. Conversación en la Catedral (Mario Vargas Llosa)
- 3. Jacques el Fatalista (Diderot)
- 4. Percusión (José Balza)
- 5. Ifigenia (Teresa de la Parra)
- 6. Réquiem (Antonio Tabucchi)
- 7. El invierno en Lisboa (Antonio Muñoz Molina)
- 8. Un año pésimo, (John Fante)
- 9. La conciencia de Zeno (Ítalo Svevo)
-10.La insoportable levedad del ser ( Milán Kundera)

Una lista. Una foto de un momento. Una foto de un momento en el que nos obligamos a la urgencia de tener un rostro de lector. Pero a veces la foto sale movida, y desde nosotros irrumpe una especie de fantasma; o la foto no es nítida así que es necesario adivinarnos entre las sombras; o alguien nos advierte sobre la inminencia de la foto y colocamos la sonrisa mínima y cordial de quien desea parecer educado y poco peligroso.
Preparo esta lista en el primer día del otoño de 2008, y la foto es esta que acabo de enumerar. Hace días respondí una encuesta similar, y evito consultarla para luego adivinar qué puede haber sucedido para que unos libros se reiteren, otros aparezcan, otros se muevan para dar paso a los nombres que me asaltan en este instante.
Porque las novelas que me acompañan van rotando, se alejan, se aproximan, y yo también me muevo en ellas. La lectura es la manera más rotunda de ser flexibles y cambiantes. (¿Pero dónde El Túnel de Sábato; dónde Las Aventuras de Tom Sawyer; que se fizo Robinson Crusoe; o ese algo sin nombre que me encantaba del Prócer Benedetti y que hoy no logro digerir después de la página siete; dónde la todavía querida Rayuela, o la maravillosa Aura de Carlos Fuentes?). Porque sin estar en la lista, las omisiones también se encuentran allí. Lo que dejamos atrás para siempre, lo que va y viene, lo que redescubrimos.
Lo ideal en estas listas es que los nombres aparecieran como espectros, se borraran y aparecieran un poco más allá; se superpusieran títulos sobre títulos; se frotaran; se sacaran chispas; se fundieran; para que al final todas esas novelas transcurrieran no en la rigidez de una lista sino como simultaneidades, como unidad diversa; porque en la cabeza de un novelista las novelas amadas ocurren todas a la vez.
¿Y qué unifica y relaciona estas diez novelas? Las miro, las contemplo, intento pensarlas. Quizás, sólo quizás, percibo en ellas que son una esmerada combinación de emociones, de virtuosismo compositivo, de exactitud de lenguaje, de personajes con lo que alguna vez me gustaría compartir una noche entera de juerga.
Hoy es el primer día del otoño de 2008. Estas son las novelas que en este preciso día flotan sobre mí como una promesa siempre cumplida, como la expectativa de una intensidad, de un sosiego, de una euforia.

Juan Carlos Méndez Guedez