viernes, 17 de octubre de 2008

NURIA FERNÁNDEZ

LAS DIEZ MEJORES NOVELAS DE LA HISTORIA

1. El Doctor Zhivago, de Boris Pasternak
2. Don Quijote de la Mancha, de Cervantes
3. Sinuhé el Egipcio, de Mika Waltari
4. Los vagabundos del dharma, de Jack Kerouac
5. Memorias de África, de Isac Dinesen
6. Mandrágora, de Hans Heiz Ewer
7. Por el camino de Swann, de Marcel Proust
8. El vagabundo de las estrellas, de Jack London
9. Ana Karenina, de León Tolstoi
10. Jean Eyre, de Charlotte Bronte

Comienzo con
El Doctor Zhivago. Si tengo que elegir un libro donde siento que existen todos los elementos necesarios para volverlo grande y a la vez me haya conmovido de manera personal, sin duda elijo éste.
Lo siento escrito con una amplitud poco habitual, con mucha generosidad y desde el pulso original de la vida, desde el corazón y la inteligencia. Porque posee el don de lo pequeño y de lo grande, porque el aliento fluye por sus páginas de principio a fin, porque tiene mucho…, mucho espacio, dentro y fuera, hasta en los contrastes, que son muchos y precisos, sutiles…, te sigue haciendo imaginar más allá de lo que cuenta. Lo lejano lo vuelve cercano, lo íntimo se desvanece en los increíbles paisajes y sigue teniendo el carácter íntimo sin sustituciones y porque no deja que nada se pierda, a pesar de los personajes y de sus vidas, de sus desastres y dramas, de su profundidad y belleza, de su inteligente comprensión de la humanidad. Puro espacio…

Don Quijote de la Mancha”: porque es el que más lejano tengo en el tiempo y porque es inolvidable y también inolvidable la noche entera que me pasé leyéndolo, riendo, saltándome los relatos de caballerías del Quijote y muerta de sueño, pero llevada completamente de la suerte de una extraña voz en off que parecía leerlo por mí, (esto casi es literal), creo que era el mismo Don Quijote hablándome, cuestionándose la vida y sin saberlo.

Sinuhé el Egipcio: Éste es uno de mis libros preferidos, uno de esos libros que más que leerse, parece que se encienden. Cuando he vuelto a cogerlo, a coger el objeto que guarda la historia en sus páginas, de nuevo toma vida y rápidamente me hace adentrarme en una luz antigua. El viento mueve el fuego escondido en sus páginas y comienza a revivir nuevamente, habla, grita, susurra, susurra mucho, parece contener fuego vivo en su interior. Hay vibración desde el principio hasta el final, es un libro entero e íntegro, es un sol errante.
Por Sinuhé el viajero, el caminante, el buscador…, descubriendo su propia vida, sus misterios. Me parece ver una luz dorada penetrando el tiempo, las personas, los olores, las sombras por las esquinas de las calles del antiguo Egipto de los faraones, a Sinuhé buscando, buscando… Abriendo cráneos, andando debajo del sol abrasador, entre la suciedad y los recuerdos, pero también entre el brillo, en la plenitud de un carácter, en increíbles visiones. Éste es un libro pleno de presencia, de voz que no se extingue, ni aún cuando la historia termina, que te acompaña. Está escrito desde el fuego.

“Los Vagabundos del Dharma”. Porque éste es un libro que recuerdo con muchísimo cariño, fue también de los primeros que leí y con los que me siento en deuda y ya que hablamos de dharma, del dharma de cada uno, recuerdo a Kerouac en este libro y a sus amigos de la generación beat, ese espíritu sin prejuicios, abierto y sencillo…, pero a veces las cosas se complican..., la búsqueda es más profunda y silenciosa, determinante y personal. La búsqueda es un don de todos. La búsqueda es un don solitario y a veces uno encuentra a personas afines con quienes caminar, a veces es sólo un espejismo, sólo son ecos dispuestos unos detrás de otros, como en una red…A veces sólo queda el don claro de ver que uno tiene que atravesar esa red, de ser en todo caso uno mismo y encontrar, y eso se convierte en el único dharma.

“Memorias de África”: Este libro es un libro envolvente y claramente contemplativo y por eso y de manera natural, te hace entrar de lleno en otra realidad, la realidad de una mirada y te hace evocar los colores intensos, los rugidos de los animales, la energía que asciende por esta tierra africana y ver con precisión los gestos, los abismos naturales, sus manifestaciones como con un pincel muy fino. Y todo late y aquellas resonancias y sonidos del atardecer…, hace que uno evoque con mucha fuerza el corazón de esta tierra.

“Mandrágora”: Lo leí de un tirón y a no ser que me esté haciendo vibrar, no suelo forzarme para nada. Iba en el metro y los asientos del metro desaparecieron, dejé de oír a la gente, dejé de ver la luz del vagón, las estaciones, me fui hasta la última parada, había desaparecido todo…, estaba dentro, había pasado al otro lado, al lado de Mandrágora…
De pronto me sobresalté, me pegué un susto increíble, como a veces sucede cuando estamos soñando y alguien nos despierta, no sabemos todavía en qué realidad nos encontramos. Era el último metro y ya no podía volver. Sólo puedo deciros después de esto, que está muy viva, y por lo tanto esperar toda la sensualidad que podáis imaginar, tanto como para que desaparezca lo que hay a tu alrededor, las gentes, las risas, los llantos, la rutina.

“Por el camino de Swam”: Porque es un libro que despliega los secretos y los expande, de una pequeña partícula estallan chispas que quedan gravitando alrededor por mucho tiempo, sensaciones, sensaciones, sensaciones…, todo un universo, un mundo, recuerdos, ecos de voces, paseos, mucha, muchísima sensibilidad… A veces todo eso vuelve a concentrarse en un pequeño cofre, donde ahora está…, los secretos vuelven a dormirse…, es un libro que permanece siempre cerca, una vez lo has tocado. Sin embargo no seguí leyendo los siguientes libros de Proust, no me ha gustado demasiado esa capacidad, obsesión o lo que sea de alargar el proceso, de agrandar por agrandar…, un libro detrás de otro, pero esta es una opinión solamente, ya que intuyo que sigue abrazando y que no cierra el círculo, no hace prender la llama, pero esto es..., algo que tal vez me pase a mí con el maravilloso Proust.

“El vagabundo de las estrellas”: Otro de esos libros que ya sólo por cómo comienzan abren ante ti un espacio inmenso de posibilidades. Igualmente se convierte en un libro muy personal y lo elijo rotundamente por el tema. Es un viaje iniciático, es un vuelo adentro, es un encuentro esencial con las posibilidades innatas del ser humano, es una muestra a uno mismo de la capacidad de llevar la imaginación hasta sus últimas consecuencias. Habitar en un pensamiento profundo, cuestionarse la vida.
Nos convoca al aislamiento externo y a la búsqueda de la libertad, no aparente después, no material, no objetiva, sino como no puede ser de otra manera, si no es volando al interior, descubriendo el origen que puso en marcha todo lo que fue.

“Ana Karenina”: Lo elijo porque es uno de esos libros que poseen completa personalidad y pasión, al igual que su personaje principal, Ana Karenina. Es uno de esos libros que te absorben, porque habla de sentimientos y porque te los hace revivir y porque te hace sentir que merecen la pena aquellas historias sustanciales, hondas que nos conmueven, que no son cómodas, que nos hacen seguir descubriendo y elegir a veces a favor y a pesar de nuestros deseos. Así se dan historias y momentos decisivos, momentos de valentía y de fragilidad, desplegando un universo de pensamientos, sentimientos y voluntades que se abren paso en esta historia de pasión, y que resulta además ser una de las obras más representativas e importantes del siglo XIX.

“Jane Eyre”: Este libro lo elijo sobretodo por algunos de sus momentos. Se me han quedado completamente grabadas esas imágenes vívidas que hacen que todo lo demás se ponga en marcha, una vida entera quizás. Recuerdo aquel momento cuando ella camina a oscuras en medio de esa naturaleza, desesperada y debajo de una impresionante tormenta, todo lo que sucede, lo que siente, lo que ve…, luego encuentra una casa donde la acogen. Un hogar y entonces…, volvemos al hogar cálido, perdido con ella, del que no debimos tal vez salir…, un hogar desconocido para quien no tiene lugar. Toda esa calidez que surge, todos esos momentos que ella pasa allí, parecen de verdad seguir ocurriendo como en una especie de realidad paralela, es tanta la fuerza que tienen que al evocarlas, uno puede traspasar las paredes de esa casa y quedarse allí con ellas, poniendo la mesa como si se hubiera parado el tiempo, escuchando el agua caer del grifo, resbalar… y escribir al lado de la chimenea.

Nuria F. Directora de Arteduna

EL PORQUÉ DE MI LISTA

Al pensar en una lista, mi memoria retorna espontáneamente al origen de la lectura, a aquellos libros raros, pequeños o grandes, extraños todavía, singulares, subversivos y muy especiales…, que marcaron una brecha sutil en mi camino. Libros que cayeron misteriosamente en mis manos. Sin embargo al pensar en libros de verdad…, me salto algunos así de especiales, para quedarme con aquellos que de manera central y muy vivamente me han aportado tanto literaria como personalmente, y que además también han poseído ese don de conectar lo singular con lo universal. Así como en un conjuro es necesario que se den los elementos necesarios para que resulte la alquimia del momento, en este caso hago girar la espiral con esta lista:

1.-EL DOCTOR ZHIVAGO - Boris Pasternak. 2.- DON QUIJOTE DE LA MANCHA - Cervantes. 3.- SINUHÉ, EL EGIPCIO - Mika Waltari. 4.- LOS VAGABUNDOS DEL DHARMA - Jack Keruoac. 5.- MEMORIAS DE AFRICA - Isak Dinesen. 6.- MANDRAGORA - Hans Heinz Ewer. 7.- POR EL CAMINO DE SAWNN - Marcel Proust. 8.- EL VAGABUNDO DE LAS ESTRELLAS - Jack London. 9.- ANA KARENINA - León Tolstoi. 10.- JANE EYRE - Charlotte Bronte.

Y de todas formas, y con perdón por saltarme un poquito la norma de los diez títulos, haré mención de otras dos grandes novelas, que formarán parte de este conjuro para que yo me quede en paz. Éstas son: “A este lado del paraíso”, de F. Scott Fitzgerald, por su atmósfera singular, por su encanto, y por algo de él que no puedo clasificar y “Madame Bovary”: este libro tengo que mencionarlo, ya que fue una de mis primeras lecturas, me dejó atónita ya que yo no había visto todavía nada igual, casi no me había acercado conscientemente a la literatura, así que su impresionante don con el detalle y su exhaustiva minuciosidad me asombraron, pero de la misma manera me desagradó en lo más íntimo, como en mi centro neurálgico y natural. Fue como empezar con el no, como respetar a un opuesto, por eso también lo elijo.

Nuria Fernández